¿Es realmente posible cambiar las actitudes y/o comportamientos de origen cultural mediante acciones educativas?
Si se piensa en la escuela como institución transmisora y legitimadora de cultura, se puede inferir que las acciones educativas tienen como finalidad modificar los conocimientos, las habilidades y las actitudes de los sujetos que a ella asisten.
Las acciones educativas dedicadas a modificar el comportamiento de los sujetos para adoptar conductas, pensamientos y pensamientos de origen cultural han estado presentes en nuestro país desde tiempos remotos, un ejemplo de ello pueden ser los procesos evangelizadores ocurridos después de la conquista española, que favorecían el proyecto de una nación con fuertes bases cristianas.
Este suceso histórico permite analizar que, si bien existen acciones educativas con una intención explícita, se generan en paralelo diferentes prácticas de evasión, ocultamiento o resistencia (como el sincretismo) que no son tomadas en cuenta por quienes realizan la acción educativa y que, sin embargo transforman y transmiten una variante cultural.
La herencia cultural en general no se puede cambiar por medio de la acción educativa; más bien, lo que puede lograrse tal vez sería un cambio de conducta para cumplir objetivos determinados y específicos, para adaptarse a ciertas situaciones que requieran de un modo de actuar diferente al que podríamos desempeñar desde la cultura propia. Sería un proceso lento y complicado que requeriría la decisión “consciente” del individuo para lograrlo y la separación tal vez permanente o, al menos, prolongada de la cultura de origen.
Por lo tanto, recurrir a los actos educativos como medio para modificar las prácticas culturales, puede parecer posible de primera instancia. Sin embargo, es necesario considerar que es imposible educar lo más profundo de la subjetividad, el inconsciente: es allí donde habita la esencia del sujeto como sistema estructurante. La educación tiene grandes posibilidades de realizar modificaciones en las conductas, las habilidades y las aptitudes, pero tiene un papel secundario en relación con los sistemas estructurantes de la subjetividad.
Los intereses y los fines bajo los cuales se dirigen las acciones educativas son la pieza angular para generar cambios en la sociedad. Es necesario permanecer cautos respecto a los ideales bajo los cuales se procura educar a los sujetos, porque si bien los tipos ideales son necesarios como directriz, nunca podrán ser alcanzados porque pertenecen al dominio de la razón donde lo humano, lo subjetivo, se desborda.
Es ambicioso e ilusorio afirmar que la Pedagogía está en todas partes o que es la panacea para solucionar todos los problemas, debemos reconocer que puede intervenir en muchos aspectos de la vida humana, pero existen otros que escapan a su ámbito de control.
Bibliografía:
GLADWELL, MALCOLM. Fueras de Serie. México. editorial Taurus, 2010, 185-230 pp.Equipo Miau-miau:
González Osorio Pamela
Martínez Estevez Nayelli Yomalli
Ortiz Cruz Cristian Uriel
Peña Barrera Itzel
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